sábado, 26 de junio de 2010

Los vecinos toman el mando por Vicente Verdú

Los vecinos están de fiesta. No es la primera vez que la celebran ni se corresponde con el día del santo o la patrona. Los vecinos, cada vez con mayor frecuencia, van ganando pleitos a los poderes públicos, a la Iglesia o a las arbitrarias decisiones del alcalde venal.

La fiesta más reciente es la que ahora celebra la Asociación de Amigos de la Cornisa de las Vistillas en Madrid, de cuya organización cualquiera se haría amigo al conocer sus fines. El Ayuntamiento de Madrid -del popular Álvarez del Manzano- había firmado, en 1999, un convenio con el Arzobispado de Rouco que permitía a los curas construir más de 20.000 metros cuadrados sobre La Cornisa, la fachada más bella de Madrid ante el Manzanares, La Pradera de San Isidro de Goya.

El lugar contemplado, desde la cota más alta o más baja, representa una vista emblemática y sería esa visión la que, cegada por media docena de edificios (la casa de la Curia, la Biblioteca Diocesana, una residencia de sacerdotes, otra de mayores), pasaría a convertirse en una "fortaleza eclesiástica", un "mini-Vaticano", se dijo.

¿No había otro lugar para hacer todo aquello? Claro que sí, pero aquel le gustaba más al arzobispo. ¿Hubo algún político de derechas, una autoridad municipal, un sindicato que se opusiera a este destrozo? Pues no. Partidos, autoridades y sindicatos han ingresado en una patología, narcisista o narcótica, según los casos, que si les hace inútiles para atender eficazmente los problemas de la población de otra les procura un aspecto de carcamales.

La alternativa a esta realidad han venido a ser las asociaciones de vecinos. Asociaciones de gran consistencia y resistencia que se concentran en metas cercanas y concretas. Recuerdan mucho a las asociaciones vecinales durante el franquismo, cuando demandaban tanto habitabilidad como libertad.

Asociaciones donde se encuadraban gentes de ideologías diferentes y edades, rentas y dedicaciones desiguales, porque la unión se conseguía mediante el recio pegamento de la causa justa. En este caso, además, hasta el Tribunal Superior de Madrid, la justicia institucional misma, les ha dado la razón.

La fuerza vecinal, como la potencia en las presas, ha hecho la luz y con su proyección ha quedado desenmascarada la idea eclesial que como un tremendo pecado de hormigón armado preparaba la curia. Finalmente, tras mucho esfuerzo, el movimiento vecinal se apunta otra victoria y sigue en su ascenso general. Porque desde Madrid a Barcelona, desde Ávila a Alicante y desde Alicante a Valencia estas presiones van obteniendo resultados. Salvem el Cabanyal, que da nombre a una lucha de 12 años contra la demolición del barrio de modesto modernismo valenciano, es un ejemplo. Este miércoles, el Club de Debates Urbanos -17 años de lucha- entregó sus premios anuales y distinguió a Salvem el Cabanyal como el movimiento más representativo de insurrección colectiva en barriadas.

Si los sindicatos se han descolorido y la legitimidad de los partidos políticos se ha degradado, en su lugar los movimientos sociales, sea el feminismo, el ecologismo o el pacifismo, van ocupando su lugar y marcando las bases de otra política, más directa y participativa. Los movimientos vecinales poseen, como los movimientos sociales, la misma naturaleza. La intervención, la denuncia y la protesta, pero también la alternativa y la proposición, van de abajo a arriba. Si hay un futuro para una nueva idea política, o lo que sea, es el paso de la polis al domus. El cambio de lo general por lo doméstico y de la abstracción por la determinación.

La arquitectura, el urbanismo, la escuela, la ventilación, la cesta de la compra, los derechos del consumidor, la desaparición de los intermediarios rapaces, la quema de los abusos bancarios y las estafas de las compañías aseguradoras, la aniquilación de tasas y multas sin cuento, la muerte de especulaciones asesinas o el fin de la lenidad son algunos aspectos de la gran tarea en que se aplicarán las asociaciones vecinales y los movimientos sociales. ¿Una nueva democracia? Efectivamente. El bienestar, la felicidad, la equidad, la misma sociedad actual espera un recambio de la presente democracia del siglo XIX, ya rota y desvalijada, a otra que ya se construye, casi de nueva planta, en el siglo XXI.

lunes, 7 de junio de 2010

Documento ideológico abierto a la participación de los vecinos del Puerto de la Cruz

1. Nuestra organización toma como base la solidaridad frente al individualismo, la democracia participativa frente al poder arbitrario, y la defensa de los bienes públicos ante la privatización de los recursos. En este sentido, se establece a partir de tres ejes fundamentales: regeneración de la democracia y de la vida política; rehabilitación del territorio y del cuerpo social y redistribución de la riqueza y de los recursos.

2. Sus líneas de actuación sociopolítica estarán encuadradas en las reivindicaciones de los distintos sectores de la población trabajadora que componen la sociedad. Nuestro esfuerzo debe encaminarse en defender los derechos de las personas que trabajan en la construcción, en el campo, en la artesanía, en la sanidad, en la educación, en profesiones liberales, en la cultura, así como pequeños empresarios y, en general, de todas las personas que viven de su trabajo, pero sobre todo, con la población más vulnerable, excluida y desprotegida socialmente.

3. Abogamos por una economía social y sostenible, que implique una forma de ejercicio del poder fundamentada en la participación y en la soberanía popular, así como en la transparencia total del funcionamiento del sistema comercial, financiero e industrial.

4. Queremos una democracia que se base fundamentalmente en la toma de decisiones a través de mecanismos participativos entendidos como procesos de debate y discusión desde los cuales se construirían las decisiones públicas.

5. Defendemos el establecimiento una renta básica de ciudadanía, entendiéndola como el derecho que tiene toda persona desde su nacimiento hasta su muerte, a recibir un salario que le permita desarrollar una vida digna. Esto es una condición necesaria para la participación de todas las personas en la democracia, apostando por una mejor redistribución de la riqueza.

6. Pensamos que los movimientos sociales tienen cosas que decir en un horizonte de trasformación. Para empezar es preciso luchar por una subida de los salarios, que dignifique a decenas de miles de personas que están viviendo al límite de la pobreza y luchar por la precariedad laboral, la pérdida de derechos históricos,

7. En el marco productivo el reconocimiento del derecho universal y efectivo al trabajo debe implicar una transformación de la relación mujer/hombre, un cambio de la relación jerárquica y una reorganización democrática dentro de la empresa o de la esfera productivo. Debemos seguir presionando incansablemente desde nuestra organización para que se cumpla el principio de igualdad entre las personas y no discriminación, insistiendo una y otra vez en el viejo lema “A igual trabajo igual salario” que continúa incumpliéndose de forma manifiesta.

8. Como organización respetamos las distintas creencias y sus manifestaciones culturales, pero rechazamos rotundamente las ingerencias o influencias de cualquier confesión religiosa en el Estado. Abogamos por el principio del laicismo en la sociedad y en particular de todos los organismos estatales.

9. Rechazamos un modelo basado en el desarrollismo, que equipara desarrollo con crecimiento económico únicamente. Desde la preocupación por las personas y el medioambiente, entendemos que actualmente es prioritario el trabajo de sensibilización de la ciudadanía sobre nuevas pautas de consumo responsable, sobre hábitos más sanos y sobre una relación más respetuosa con el entorno natural.

10. Nos definimos por compartir y difundir una ideología antimilitarista y pacifista. Exigimos el cumplimiento del Derecho Internacional referidos a los asuntos de la guerra y de la paz.

11. Creemos que todos los pueblos sin estado del mundo deben tener el derecho a decidir su futuro libremente en condiciones democráticas y sin presiones externas. En consecuencia, consideramos como principio democrático fundamental el derecho de autodeterminación de los pueblos y de las nacionalidades sin estado.